miércoles, noviembre 23, 2011

Punga y Lolita se dan un beso

Estaban en la puerta, en el primero de dos escalones, Punga y Lolita, nariz contra nariz, y Lolita le dio unos lengüetazos en la cara y la Punga dio un respingo, totalmente espontánea, y se echó hacia atrás y se entró. Eso fue un beso.

Punga andaba de parranda

Los perros Ramón, Lolita, Nora y Ernesto me despertaron gimiendo en el pasillo a eso de las cinco de la mañana y yo pensé que querían salir a mear (ese es el convenio que hemos firmado). Así que salieron reluctantemente, Lolita incluso quiso devolverse y en lugar de salir corriendo hacia el patio, se quedaron junto a la puerta. Era evidente que no era por eso que me habían despertado. Así que abrí la puerta principal y ahí estaba la causa: la gata Punga volvía tarde de la parranda. Seguramente se puso a llamar frente a la puerta y los susodichos me fueron a despertar para que le abriera. Les abrí para que entraran. Seguramente se habrán reído de mí.

lunes, octubre 31, 2011

Ernesto y su sentido de urgencia

Cuando Ernesto quiere salir al patio, se sienta junto a la puerta y la araña, para volverse enseguida hacia mí o la Pepa. La idea es que le abras. Pero no es urgente, puede esperar, como ocurre a veces que no reaccionas de inmediato a abrirle la puerta porque estás ocupado en otra cosa.
Pero cuando es urgente hace lo mismo: se dirige a la puerta, la araña, pero en lugar de volverse a mirarnos, se queda parado con la cabeza contra la puerta, sin volverse a mirarnos. Eso significa: Me tienes que abrir ahora!
Lo más increíble de todo es que nunca le hemos enseñado ese código. Son inventos de él.

Ernesto y Nora bailan salsa

Anoche la Pepa y yo nos pusimos a bailar salsa y en cuestión de segundos se nos unieron Nora y Ernesto, mientras Ramón y Lolita miraban. Nora se levanta en sus patas traseras y se acerca a mí, o a la Pepa, para que la llevemos por sus patas delanteras. Ernesto es todavía más impresionante, porque se pone frente a alguno de nosotros y agacha la cabeza moviéndola de un lado a otro y mueve las patas delanteras, como cuando nos llama la atención -que es como que araña- y gira sobre sí mismo. Impresionante. Luego se unió Lolita, pero es coja y no puede hacer lo mismo que Nora. Pero todos riendo y disfrutando del baile. Y no estoy antromorfizando nada.
Obviamente saben cuando estás alegre y comparten la alegría, recurriendo a tu idioma -o sea, riendo y moviéndose como tú -de cierta manera, imitándote. Muchas veces los chuchos en casa parecen más bien monos: pueden ser muy comunicativos y te gastan bromas -como ladrar anunciando extraños para que abras la puerta y meterse a la mala (no invitados) a la casa.

lunes, septiembre 12, 2011

Ernesto se comunica

En estos últimos meses, Ernesto y yo nos comunicamos mucho mejor. Estoy convencido que el afecto mutuo es fundamental a la hora de elaborar formas de comunicación de manera espontánea, y a la hora de comunicarse sin protocolos previos.
Ocurre a menudo que me recluyo a descansar, o ver tele, en el cuarto 3. Ernesto va a verme. Si la puerta está entreabierta y quiere verme, la empuja y entra, y salta al sillón y se acomoda a mi lado. A veces se echa a dormir así. Si la puerta está entreabierta y quiere decirme que tiene hambre o que cree que la comida está lista (porque ha estado oyendo hervir la cacerola), entra, mi mira con los ojos grandes y cara de loco (la misma cara que pone cuando lo bañamos) y vuelve a salir para golpear nuevamente a la puerta por fuera, pero sin entrar. ¿No es impresionante?
Si la puerta está cerrada, golpea. Pero si lo que me quiere decir es que tiene hambre, cuando le abro no entra sino que permanece ahí, por fuera, y vuelve a golpear la puerta, aunque esté abierta.

lunes, marzo 28, 2011

Lolita defiende a Ernesto

El sábado estaba sentado a la puerta de la biblioteca mientras Lolita dormía a mi lado y Enesto daba un paseo por los quioscos. De pronto lo atacó un perro grande -un labrador diez veces más grande. Ernesto se puso a gritar y escapó. Lolita despertó y se puso a ladrar contra el agresor, pero sin atacarlo ni avanzar.

Era tan claro que le estaba reprochando que le pegara a Ernesto.

jueves, marzo 24, 2011

Ramón durmió en la cama grande

Ramón, al que nos costó un año que perdiera el miedo a entrar en casa, ahora que entra más libremente para echarse en el recibidor ha empezado a explorar el resto de la casa. Hace unos días lo encontramos despaturrado en nuestra cama matrimonial. Cuando vio a la Pepa, escapó hacia su lugar habitual, una manta y un tapete imitación pelaje de cordero (que llamamos vellocinos), tipo indestructible (muy adecuados para perros). Claro, dice Ramón, no hay ninguna comparación posible. La cama es de lejos mejor. Con sus treinta kilos, el vellocino le debe parecer un pariente super lejanísmo del colchón para humanos.

Deberíamos hacerle un colchón grueso, blando, alto y cómodo a la medida. Seguro que dormir en cama humana es algo que no había imaginado nunca.

Punga mató a un ratón y se lo comió

En la mañana descubrimos que había cagarrutias de ratón en la cocina y en la despensa, y descubrimos que Punga también lo sabía. Punga estuvo rondando por ahí gran parte del día.

En la noche oí gritar a Pepa, que estaba en la cocina. Y ahí estaba la Punga con el ratón patas arriba y entre sus garras. Antes de que intentáramos quitárselo, un terrible crujido nos dijo que la gata había triturado su esqueleto. Se lo tragó y masticó y se relamió los bigotes cuando todavía no salíamos del asombro. Dejó el rabo con una parte carnosa llena de sangre. Se comió incluso la cabeza.

Hay por lo menos un ratón más, y no sabemos cómo decirle que mejor se va.

viernes, enero 21, 2011

punga mató a un murciélago

La Punga mató a un murciélago y lo dejó en el huerto.

La Punga entró corriendo a casa con una lagartija en su boca. Le pegamos un grito (la Pepa y yo), soltó a su presa y corrió a esconderse en la parte de atrás. La lagartija se metió por debajo de un librero. Al día siguiente la encontramos arriba en una viga, lo que quiere decir que pasó la noche en casa. Abrimos la puerta, por donde daba el sol, para indicarle la ruta de escape. Luego la empujé un poco con un papel. Empezó a acercarse. Un minuto después estaba tomando sol en la escalera.

¿Qué pasó con el murciélago?