domingo, junio 20, 2010

punga le pegó a ernesto

Punga le pegó a Ernesto. Eso creemos, porque lo oímos gritar y aullar, y corrí por el pasillo para ver qué ocurría y encontré a Roberto detrás de la puerta del dormitorio, muerto de miedo, cuando la Punga venía saliendo, y me miró contrariada, con aire de culpable, y echó a correr hacia el cuarto de la tele, de donde la saqué persiguiéndola y reprochándole no tener motivos para agredir a Ernesto.

Sospecho que yo tuve la culpa de su estallido. Después de estar un rato en el jardín, o quizás en su nido (que es un montón de paja que hay en el jardín de al lado en una estructura muy curiosa que consiste en tres altísimos pilares de cemento que suben por la ladera hasta nuestro nivel, y encima de los cuales hay una plataforma triangular que da cobijo a un pequeñísimo jardín semiabandonado... digo, ahí, con vista a la bahía, hallé el nido, que no sé cómo llegó ahí, y ahí se pasa la Punga gran parte del día), se dirigió inmediatamente hacia mí y empezó a como querer jalar mi silla con las garras, que es algo que hace siempre, y le dije que no la podía atender en ese momento y que no me molestara. Pues bien: se marchó a la cocina, volvió enseguida y se subió a su cojín en mi escritorio (hemos puesto ahí un cojín de silla de terraza, de modo que puede estar vigilando a todos los perros que hay en casa sin temer que la ataquen, y cerca de nosotros), para empezar a restregarse contra un libro que había ahí, que en realidad estaba protegiendo a una planta que hay en una maceta y que yo había puesto ahí momentos atrás. Temiendo que empujara el libro la maceta la grité. Pues se sentó un ratico, muy enfadada, y enseguida saltó al suelo y se marchó. Fue entonces que oímos los aullidos.

Estoy seguro que actuó por despecho, porque tenía rabia de que la hubiera tratado así y cuando sintió y olió que Ernesto estaba detrás de la puerta del dormitorio (ahí tiene una camita, que es un cojín y un saco de dormir de colores doblado en varias partes), lo fue a atacar para sacarse la bronca y además porque sabe que Ernesto es mi protegido. Tenía la venganza a la mano.

También es verdad que Ernesto es muy alaraco y que a veces grita para llamarte la atención (para que no lo pises, por ejemplo), o simplemente de miedo -y no por dolor.
Examiné a Ernesto y no tiene nada. Así que no sé qué pensar. ¿Pero entonces por qué salió la Punga con aire de culpa y mirándome tan feo, y escapando?

En fin, luego volví al dormitorio y la encontré durmiendo en una profunda hendidura entre las almohadas. La acaricié la cabeza, y la cubrí con la esquina de la colcha, dejando su cabeza afuera. Y le dije que me perdonara por haberla tratado así.

Ernesto salió en esos momentos al pasillo y se sentó junto a la puerta del baño, que es uno de sus lugares favoritos. Lo examiné -bueno, como no veo muy bien, le recorrí el cuerpo con la mano para ver si le dolía o tenía sangre- y no le encontré nada. Le dije que se fuera a dormir a su camita, lo que hizo enseguida.

Una hora después, cuando la Pepa la fue a ver, la Punga estaba durmiendo en la misma posición.

No sé. A lo mejor me pasé una película. Pero la Punga estaba de verdad muy, muy enfadada conmigo.

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