domingo, febrero 08, 2009

La Punga Se Quedó Fuera

No nos dimos cuenta. Nos fuimos muy tarde a cama, a eso de las cinco de la mañana, muy cansados. Desperté a las nueve. La Punga estaba en el balcón, afónica de chillar y maullar e implar. Estuvo un día sin asomarse al balcón. Ahora, días después, ya recuperó la confianza y disfruta haciéndome sufrir saltando al balcón del vecino a comerle las plantas y mearle las macetas.

Días después, cerré la puerta y la Punga se quedó fuera (eso significa que estaba en el balcón del vecino, pues si no habría llegado a tiempo antes de que yo cerrara la puerta). Al cabo de un rato, Roberto empezó a chillar, llamando, luego fue a la salita a advertirnos y guiarnos hasta la puerta del balcón (ahora que no puede caminar le resulta más fácil, pues hay que cogerlo de las patas, y así elige él la ruta). Esta vez la Punga no había llamado ni se había asomado a la ventana, sino se había quedado abajo junto a la hoja de la puerta.

Robegto Mordió a la Pepa

Hubo drama en casa porque vino el veterinario a ponerle las inyecciones anuales. La Punga se escondió debajo del altar. Roberto no llegó muy lejos. Roberto mordió al matagatos, a la Pepa y a mí.

El Carrito

Pues Roberto se ha recuperado bastante. Todavía no camina, pero ha logrado ponerse de pie en sus cuatro patas y mover la cola. Pero no por mucho tiempo. La Pepa intentó hacerle un carrito con tubos para el agua y resultó ser muy difícil.

Pepa se contacto con un chico que hace carritos a medida y es de Viña del Mar.

Freddy ha venido ya en tres ocasiones a probar el carrito que está haciendo para Roberto. El modelo es muy monono, con fierros y tela rojos, y ruedas de patín y mejora cada vez. Ahora Freddy está a punto de entregar el modelo definitivo. Pero las veces que se los hemos tratado de ajustar, se ha escapado. Ayer se levantó a uno de sus cojines (varios que hay por suelo, desparramados por toda la casa) y se fue directamente a olfatear el carrito. Es un buen síntoma.

Pero necesitamos que adopte pronto el carrito, porque se lo hicimos ahora sobre todo porque nos mudamos a principios de marzo y la casa en la que viviremos, en un pueblo costero, tiene un patio de tierra y arenilla, sobre la que no queremos que Roberto tenga que arrastrarse.