domingo, febrero 08, 2009

La Punga Se Quedó Fuera

No nos dimos cuenta. Nos fuimos muy tarde a cama, a eso de las cinco de la mañana, muy cansados. Desperté a las nueve. La Punga estaba en el balcón, afónica de chillar y maullar e implar. Estuvo un día sin asomarse al balcón. Ahora, días después, ya recuperó la confianza y disfruta haciéndome sufrir saltando al balcón del vecino a comerle las plantas y mearle las macetas.

Días después, cerré la puerta y la Punga se quedó fuera (eso significa que estaba en el balcón del vecino, pues si no habría llegado a tiempo antes de que yo cerrara la puerta). Al cabo de un rato, Roberto empezó a chillar, llamando, luego fue a la salita a advertirnos y guiarnos hasta la puerta del balcón (ahora que no puede caminar le resulta más fácil, pues hay que cogerlo de las patas, y así elige él la ruta). Esta vez la Punga no había llamado ni se había asomado a la ventana, sino se había quedado abajo junto a la hoja de la puerta.

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