domingo, junio 15, 2008

Entrando al Saloon

Qué diferentes son Roberto y Punga. Pensé esto después de verlos entrar a un cuarto. La Punga empuja suavemente la puerta, y empieza asomando la cabeza. Pero Roberto, Roberto le da un manotazo y la abre de par en par, como un cowboy buscando camorra en un saloon.

Es curioso, porque Roberto es muy suave y de seguro no sabe que sólo los cowboys de malas pulgas abren las puertas de esa manera. Tampoco sabe que los humanos interpretamos abrir la puerta de ese modo, de esa manera. Bueno, no sé. La Punga, si yo abriese una puerta así, saldría escopetada. Y si alguien me abre a mí una puerta de ese modo, bueno, creo que saldría igualmente escopetado.

Pero Roberto es diferente.

sábado, junio 14, 2008

Carreras de Saco

Hay en casa una bolsa de la compra, sintética, de cuadros, de rejilla. O sea, se ve lo hay dentro. Roberto se mete dentro y echa a correr.

Les gusta la bolsa. Para meterse dentro y mirar el mundo desde ahí, o para dormir dentro o encima de ella.

Anoche Roberto y Punga Durmieron Juntos

Hacía frío. Comentamos por la tarde: "Seguro que esta noche se suben los dos a la cama". Habitualmente la Punga duerme con nosotros, a los pies.

Roberto se ha subido algunas veces, pero durante el día. Y si están los dos en la cama -la Punga duerme sus siestas ahí-, Roberto está siempre en el lado opuesto.

Hoy despertamos para encontrarlos durmiendo juntos, uno contra otro, entre nosotros, donde se acurrucaron e hicieron un hueco calentito.

Pelea por el Apio

La Pepa puso un apio en una caja de cartón (de vez en vez les dejamos jugar con cajas de cartón; les encanta). Punga y Roberto adoran el apio, lo huelen, mordisquean, jalan, se frotan la cabeza contra las ramas y... se echan a dormir a su lado. Pero en la caja no caben los dos.

Hoy volvió Roberto de la merienda y encontró ahí a la Punga, que se había acomodado cuando él merendaba. Y Roberto, normalmente tan tranquilo, le dio un palmotazo a la giganta. La Punga se levantó y se marchó.

Ña Punga Enseña Maneras

A la Punga la irrita sobremanera que Roberto se queje o gima. Cada vez que lo hace, corre hacia él y le pega un palmotazo en la cabeza. Especialmente si se echa a gemir cuando estoy preparando la merienda, que es cuando Roberto me sigue, se mete entre mis pies y trata de acelerar el proceso. Entonces aparece la Punga y le pega un manotazo.

Ahora lo hace cada vez menos. Hoy Roberto me acompañó a la cocina y no se quejó para nada. Está aprendiendo.

¿Por qué le molestará tanto a la Punga?

martes, junio 03, 2008

Roberto y la Escalera

La escalera es pequeña, como para llegar a las estanterías más altas. Está en el escritorio frente a una ventana que da al balcón y a la calle. La Punga suele instalarse ahí.

Roberto no entraba antes a este cuarto. Creo que Punga se lo había prohibido. Ahora sí puede entrar. Roberto aparentemente no sabía para qué servían los escalones, pero lo descubrió enseguida.

Hace unos días se quiso subir estando la Punga arriba. La Punga se hizo a un lado y bajó. Roberto saltó arriba. Al rato se agachó primero, escondiéndose de algo allá fuera, y luego salió escopetado a esconderse detrás del sillón.

Es muy peliculero, como la Punga. Se imagina que los secuestradores de gato vuelan. O que se disfrazan de gaviotas. (Aquí en Viña las gaviotas son gigantes). Al cabo de un rato volvió a salir como si nada.

Roberto y el Ovillo de Lana

Compramos un ovillo de lana para ver si Roberto jugaría con él como hacía la Punga. La Punga solía hacer intrincadas construcciones de nudos con el ovillo, pasando la lana por todas partes, conectando mesas con sillas y otros muebles, haciendo nudos, y pasando hasta por encima de los ordenadores.

Lo hacía siempre de noche, o cuando no estábamos, de modo que era siempre asombroso encontrar los muebles conectados entre sí por la lana, como una enorme red o telaraña.

Roberto no hace nada de eso. Le da manotazos al ovillo como si fuera una pelota, lo persigue y desarma, pero no monta ninguna construcción de nada.

La Punga volvió a hacer una de sus redes. Cuando fui al escritorio, había amarrado mi silla con las patas de la mesa, pasando por el puf y la escalera que le hemos puesto para que se encarame a mirar la calle.

La Emboscada

Estaba yo en el sofá. La Punga estaba a mi derecha. Roberto emergió repentinamente por mi lado izquierdo, desde detrás del sofá, y le dio un manotazo en la cola a la Punga. La Punga se volvió, pero Roberto ya escapaba a meterse detrás del sofá.

La Punga inició la persecución, pero paró y volvió sigilosamente sobre sus pasos, aparentemente pensando en emboscarlo por el lado derecho del sofá (es decir, la Punga pensó que Roberto corría a esconderse detrás del sofá, por mi lado izquierdo, y que obviamente saldría por el lado derecho).

Así, mientras ella se acercaba lentamente hacia el brazo derecho, veo pasar a Roberto sigilosamente y cruzar la salita para meterse por detrás del otro sofá frente a mí, salir por el otro lado (es decir, casi detrás de la Punga, que en ese momento esperaba que el apareciera por detrás de mi sofá) y darle otro manotazo a la Punga, que se quedó pasmada.

Super listo, este Roberto. Si jugaran ajedrez, creo que ganaría Roberto. Es un buen estratega -por lo menos a nivel táctico.

Roberto Quebró un Plato

Es decir, jaló del mantel de la mesa y el plato cayó y se rompió. Roberto, que estaba al otro lado de por donde cayó el plato, se asomó a mirar de dónde venía el ruido.
No sabía que lo había causado él porque curiosamente el plato cayó hacia atrás y él obviamente ni sabía que había un plato en la mesa ni lo vio caer, porque el mantel se lo impedía.
Pero cuando se asomó a mirar y vio los fragmentos de plato en el suelo, parece que calculó que había sido él y salió escopetado a esconderse.

¿Por qué? Nunca quebró un plato antes. Nunca se le ha reprochado que haya quebrado algo (ya rompió uno de sus cuencos de cristal). ¿Por qué huye?

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Robegto Pato Bonsai

A Roberto Pato le hemos agregado un tercer nombre, descriptivo: Bonsai. Se llama Roberto Pato Bonsai.

También me ha dado por llamarle Robegto, por una amiga que pronuncia nuestra R a la tedesca.

lunes, junio 02, 2008

Roberto y la Pelota

Roberto juega con una pelota de cuerda que era de la Punga. Se le da cuerda jalando de un cordel que sale del mecanismo en su interior. Punga le tiene desconfianza a esta pelota, sobre todo cuando se echa a andar.

No Roberto. Roberto vio a la Pepa jalando el cordel y parece que aprendió el truco, pues ahora, echado en el suelo, aleja de sí la pelota con las patas traseras al tiempo que jala el cordel con los dientes.

No le dura la cuerda demasiado, porque es muy chico. Pero la echa a andar. (Mientras más lejos jalas el cordel, más dura la cuerda).

Creo que Roberto es excepcionalmente listo.