La escalera es pequeña, como para llegar a las estanterías más altas. Está en el escritorio frente a una ventana que da al balcón y a la calle. La Punga suele instalarse ahí.
Roberto no entraba antes a este cuarto. Creo que Punga se lo había prohibido. Ahora sí puede entrar. Roberto aparentemente no sabía para qué servían los escalones, pero lo descubrió enseguida.
Hace unos días se quiso subir estando la Punga arriba. La Punga se hizo a un lado y bajó. Roberto saltó arriba. Al rato se agachó primero, escondiéndose de algo allá fuera, y luego salió escopetado a esconderse detrás del sillón.
Es muy peliculero, como la Punga. Se imagina que los secuestradores de gato vuelan. O que se disfrazan de gaviotas. (Aquí en Viña las gaviotas son gigantes). Al cabo de un rato volvió a salir como si nada.
martes, junio 03, 2008
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