La Pepa puso un apio en una caja de cartón (de vez en vez les dejamos jugar con cajas de cartón; les encanta). Punga y Roberto adoran el apio, lo huelen, mordisquean, jalan, se frotan la cabeza contra las ramas y... se echan a dormir a su lado. Pero en la caja no caben los dos.
Hoy volvió Roberto de la merienda y encontró ahí a la Punga, que se había acomodado cuando él merendaba. Y Roberto, normalmente tan tranquilo, le dio un palmotazo a la giganta. La Punga se levantó y se marchó.
sábado, junio 14, 2008
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