Hoy martes llevé a Ernesto conmigo a la pescadería. En el camino de vuelta empecé a reprocharle que hubiese marcado un mueble que hay en el comedor de don Juanito, el pescadero en su casa, y, antes, un saco de alimento para perros en el supermercado. Pues, bien, se paró y se echó a gemir, muy disgustado conmigo. Pensé que a lo mejor se había dañado una pata, pero nada.
¿Cómo entender esto, si acaso es efectivo y no me estoy pasando películas? Ernesto se habría echado a llorar porque yo le reproché su falta de tino. ¿Es posible?
martes, septiembre 07, 2010
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