Roberto está hace un mes con nosotros. Ya no duerme en la alacena sino en el sofá frente al sofá de la Punga -que esta ahora prácticamente no usa.
Ya no come con tanto afán, aunque ha engordado enormemente. Lo consentimos para que se recupere y olvide su período de hambre y abandono.
La Punga de vez en vez le pega manotazos. Él también a ella, con la diferencia de que él lo hace jugando, mientras que Punga ha revelado ser una verdadera energúmena.
Bien. Ahora quiero tratar el tema de la higiene. Roberto Pato es extremadamente pulcro. Cubre sus heces meticulosamente, volviéndose varias veces a chequear y controlar que esté todo cubierto, y calculando de dónde sacar la arena para cubrir lo que haya que cubrir. Qué gran diferencia con la Punga, que es imprecisa, no cubre completamente sus heces y, en realidad, a veces se limita a hacer una mera finta, arrojando la arena hacia cualquier lado. Roberto, en cambio, parece obseso en su afán de cubrirlo todo.
También es verdad que es espantosamente hediondo.
Pero Roberto, además, después de cagar se lava las patas delanteras. Yo lo había visto lavarse la cara, metiendo las patas en el cuenco de agua. Ahora lo descubrimos lavándose las patas, en el mismo cuenco, después de su visita al baño.
Le colocaremos otro cuenco en el baño, para el agua. Veremos si es capaz de distinguir sus diferentes usos.
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