La Punga se enfada cuando la soplo. Si la soplo arrojándole el aire a la cara, primero se yergue claramente molesta y mirándome a los ojos. Si la soplo nuevamente, se acerca a mí de manera agresiva, mirándome para darme un manotazo.
A veces ha logrado darme un zarpazo. Pero siempre que me pega, lo hace sin sacar las uñas.
Así, si está realmente enfadada, ¿por qué no me araña? El hecho de que restrinja y limite su agresión a un simple manotazo, ¿quiere decir que tiene algún sentido de la proporción? Claramente, para ella el enfado que le causo soplándola, no vale un arañazo. Vale un manotazo.
Es decir, la Punga maneja una cierta noción de justicia o de lo justo, del castigo adecuado que merecen ciertas acciones mías.
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