jueves, enero 26, 2012

Ramón aprende a reír

En estas últimas dos semanas han pasado cosas extraordinarias:

1. Ernesto apredió a lamer, como los otros. Hace unos días me lamió por primera vez, aunque posteriormente ha dejado de hacerlo. Dicho sea de paso, creo que Ernesto tiene un déficit de socialización y le cuesta expresarse emocionalmente. Estoy seguro que se siente inmensamente protegido y es feliz.

2. Ramón aprendió a reír. Sí, fue una visión formidable, Ramón sonriéndome por primera vez. Ramón es el más viejo, de doce o trece años, según nos dijeron las veterinarias. Nunca había aprendido a reír. Es igualmente inmensamente feliz.

3. Lolita nunca olvida de agradecer después de comer. Tras comer, que toma su buen tiempo pues es la más lenta de todas, se acerca adonde esté y me ríe y me lame las manos o las rodillas. Enseguida se marcha a buscar un sitio donde echarse la siesta. Y a veces se acerca y solamente me mira, y se marcha. Parece que es su manera de decir gracias.

4. Juanito nunca olvida saludarme cuando entra a casa y es lo primero que hace. Se alza y pone sus patas delanteras en mis piernas y me lame las manos.

5. Ayer se rebalsó el depósito de agua y salí pues corriendo a apagar el motor. Apenas abrí la puerta, Juanito se puso delante de mí y echó a correr, guiándome claramente, hasta la boca de la manguera, donde se puso a mirarme, a ladrar y a mover la cola. "¡Oye, por aquí está saliendo el agua!" Juanito es inmensamente inteligente. Es feliz. Adora que su madre (la Pepa) lo acepte en su regazo, donde se echa a dormir plácidamente. Le encantan los extraños, sobre todo el tesoro en olores que trae cada uno de ellos. ¿Qué leerá en esos olores?

6. Vi lo siguiente: entró la Punga desde el jardín y al llegar a la puerta de la cocina se detuvo y oyó ruidos que venían de sus cuencos en la cocina. Se instaló al lado de la puerta, y cuando venía saliendo de ahí pues Nora que era la que hurgaba por ahí, le mandó unas amenazas de arañazos. Le está diciendo: "¡Cuidado, desgraciada, te pillé chupeteando mis platos!" Eso es justamente lo extraordinario, porque no reacciona así con Lolita ni Ernesto, por ejemplo, que cuando ella come, a veces, se echan a esperar que termine para ir a chupetear lo que quede y se empiezan a acercar apenas ella se aleja de los cuencos. Punga deja a veces una que otra sobra. A veces no deja nada.